Hoy me he puesto unos calcetines de algodón en tonos verdosos, a franjas horizontales; y unos zapatos de traza ancha, de piel sintética, marrones, cerrados, muy cómodos, con un poquitín de tacón, para que el pie no se acostumbre al camino llano. Tengo los pies deformados de tanto usarlos. Pero no me quita el sueño este asunto.
Llevo las uñas, todas las uñas, pintadas de un granate sin luz; y un pantalón de felpa ajustado que marca claramente la silueta de mi cuerpo. Pero sin exageraciones, que eso no gusta a nadie. Una camisa con flores violáceas flota en un mar color pan tostado; y encina un chaleco de lana sin mangas, a pico, con rayas verticales en marrones y caoba. Voy bien, muy sencilla. Esto tampoco me quita el sueño.
Resalto los labios con un color rosado, bajo unas gafas de sol que me cubren gran parte de la cara. El frío lo ahuyento con un abrigo de plumas en rojo pasión. El pelo, ¡ah, el pelo!: cuello de cisne, con una media permanente que ya quisieran algunas. El bolso, de mediana estatura, cuelga del hombro derecho, en tonos leche manchada. Nada de otro mundo; normal, todo con esa sencillez de la gente de la calle. Tampoco esto me quita el sueño.
Y, sin embargo, el insomnio está presente en mi cara. Por eso las gafas. Esta noche apenas he dormido dos horas. Y ya os digo, nada de esto me quita el sueño.
Llevo las uñas, todas las uñas, pintadas de un granate sin luz; y un pantalón de felpa ajustado que marca claramente la silueta de mi cuerpo. Pero sin exageraciones, que eso no gusta a nadie. Una camisa con flores violáceas flota en un mar color pan tostado; y encina un chaleco de lana sin mangas, a pico, con rayas verticales en marrones y caoba. Voy bien, muy sencilla. Esto tampoco me quita el sueño.
Resalto los labios con un color rosado, bajo unas gafas de sol que me cubren gran parte de la cara. El frío lo ahuyento con un abrigo de plumas en rojo pasión. El pelo, ¡ah, el pelo!: cuello de cisne, con una media permanente que ya quisieran algunas. El bolso, de mediana estatura, cuelga del hombro derecho, en tonos leche manchada. Nada de otro mundo; normal, todo con esa sencillez de la gente de la calle. Tampoco esto me quita el sueño.
Y, sin embargo, el insomnio está presente en mi cara. Por eso las gafas. Esta noche apenas he dormido dos horas. Y ya os digo, nada de esto me quita el sueño.
¡Qué bueno, Elena! Mis desvelos tampoco van por ahí, y, sin embargo, son muchas las noches en las que me cuesta conciliar el sueño.
ResponderEliminarFelicidades. Tus historias producen sensaciones positivas. Gracias por ello.
Un beso.
Mila
Querida Elena, qué sorpresa tan hermosa encontrarte y leerte. Qué delicia, que bien hecho, qué tierno. Todas las entradas me han parecido una belleza, enhorabuena, Elena, siempre pensé que eras un tesoro oculto y ahora veo que se te puede contemplar maravillado. Te quiero y te admiro tanto, tanto. Soledad
ResponderEliminarEstimadas profesoras de la escritura Mila/Soledad.
ResponderEliminarOs agradezco mucho que me digáis estas cosas, vosotras que de verdad sabéis. Si algo se me ocurre es porque me gusta mucho escuchar. Todas las conferencias, presentaciones y actos a los que voy se me hacen muy cortos. Siempre intento recoger un poco del conocimiento de los que hablan. Vosotras lo hacéis muy bien y siempre se me quedan cosas.
Un abrazo muy fuerte para las dos.
Elena
Y es que nunca son las cosas que llevamos por fuera las que nos quitan el sueño, Elena...Es nuestra conciencia, la vida interior, la que se pone a dar vueltas a las cosas, más rápido que el mundo, y el vértigo de los giros nos impide dormir. Porque, aunque quitarnos el sueño sea una expresión metáforica de las inquietudes, la verdad es que podríamos hacer extensiva la metáfora a la realidad: siempre queremos estirar las horas, que no se nos acabe el día...o la noche...que podamos "fijar" los recuerdos un día más, una hora màs...Es preciosa tu entrada, Elena. Y, como dicen nuestras amigas, cómo vamos a dormir con tanto que deseamos vivir...
ResponderEliminarUn beso.
Querida Elena. Fantástico tu texto. Que descripción viva y hermosa de algo tan rutinario como la vestimenta de cada día. No se si nos damos cuenta muchos varones de nuestra incapacidad generalizada, salvo admirables excepciones, para combinar armónicamente formas y colores. Me parece maravillosa esa sensibilidad que para mi quisiera. No sé que te puede quitar el sueño, me alegro un montón que no sea nada relacionado con la coquetería, sin menoscabo de esa actitud en lo que tenga de positiva, pero me gustaría que nada te lo quitara nunca, salvo aquello que te produzca algún disfrute. Besos
ResponderEliminarEstimados maestros Emilio/Antonio.
ResponderEliminarGracias por vuestros piropos: "preciosa tu entrada" y "fantástico tu texto".
Qué ilusión me hace que vosotros con tanta experiencia como tenéis o fijéis en estas cositas tan chiquititas.
Besos. Elena
Un placer conocerte, Elena; aunque creo que nos hemos cruzado en alguna ocasión - me ha precido al ver tu fotografía-. Me encanta tu escritura... serena, plácida, conducida con esa naturalidad que dice tanto de quien se expresa...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga Elena.
Que tengas un bonito fin de semana
Me encanta que estés en marcha, y que tengas las uñas pintadas de ese hermoso color. Te envío mi cariño. Besa a tu chico.
ResponderEliminarGracias Laura por tus comentarios. Sí nos hemos visto en alguna ocasión. De "Estirpe de gacela" he leído algo, aparte de los poemas que me mandas para la revista.
ResponderEliminarGracias Enrique por tu detalle. Le daré unos cuantos besos a Santiago.
Elena